¿Buscar dentro de mi
corazón? ¿Como puedo hacerlo? Me pregunte aquella noche. Después de ese
maravilloso encuentro con Dios me quede dormida.
Al día siguiente todo estaba muy claro en mi mente. Yo sabía que Dios existía, pero sabia lo que mis padres me enseñaron, lo que rezaba en mis oraciones.
Yo creía que Dios estaba
en el cielo, sentado a la derecha del padre, esperando el día de venir a la
tierra a juzgar a vivos y a muertos y que desde ese momento su reino no tendría
fin.
Pero esa noche, esa
maravillosa noche, aprendí la lección mas hermosa e importante de mi vida, que Dios,
nuestro padre celestial, vive dentro del corazón de cada ser humano. Y es así como
puede estar en todas partes al mismo tiempo.
Mi Dios y salvador me
concedió la divina gracia de sentir su presencia dentro de mi corazón, me permitió
verlo y conocerlo y desde ese momento lo amo, valoro y respeto cada día más.
Ese día, no solo supe
que Dios me bendecía con su presencia, sino también me hizo conocer las razones
por las cuales yo había sido tan desdichada toda mi vida. La primera razón era
no haberlo amado lo suficientemente, haberme olvidado de el para dedicar mi
tiempo y energía amando a los seres humanos, entregándoles mi vida, toda mi dedicación.
Perdiendo el tiempo con cosas superfluas en lugar de entregarle mi vida a Dios.
Ese día, llore como
nunca, a pesar de que casi toda mi vida la pase llorando, pero esa vez mi
llanto estaba completamente justificado.
¿Cómo pude olvidarme
de Dios? ¿Cómo pude no amarlo? ¿Cómo pude no saber que él me amaba tanto, que
me había cuidado toda mi vida, que me había protegido incluso de mí misma?
Cómo pude no entender
en tantas ocasiones en las que me enfrenté a los peligros que era Dios y solo Dios
quien me sacaba ilesa de todos ellos.?
Por esa razón lloraba,
completamente arrepentida de haber perdido toda mi vida sin saber lo afortunada
que era de tener dentro de mi corazón la presencia divina de Dios, por contar
con su enorme amor, porque Dios es mi padre y porque Dios me concedió el enorme
honor de ser llamada hija suya.
Lloré de tristeza
porque en muchas ocasiones herí a Dios con mi mal comportamiento, con mis malas
palabras, con mis equivocaciones, por haber sido demasiado desagradecida con mi
Dios Señor y Creador y por no entregarle todo mi amor.
Pero Dios, en su
infinita bondad, me perdonó y su perdón salvó mi vida para siempre.
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