martes, 10 de diciembre de 2019

RECIBO EL MILAGRO CON EL CORAZÓN ABIERTO


¿Buscar dentro de mi corazón? ¿Como puedo hacerlo? Me pregunte aquella noche. Después de ese maravilloso encuentro con Dios me quede dormida.

Al día siguiente todo estaba muy claro en mi mente. Yo sabía que Dios existía, pero sabia lo que mis padres me enseñaron, lo que rezaba en mis oraciones.

Yo creía que Dios estaba en el cielo, sentado a la derecha del padre, esperando el día de venir a la tierra a juzgar a vivos y a muertos y que desde ese momento su reino no tendría fin.

Pero esa noche, esa maravillosa noche, aprendí la lección mas hermosa e importante de mi vida, que Dios, nuestro padre celestial, vive dentro del corazón de cada ser humano. Y es así como puede estar en todas partes al mismo tiempo.

Mi Dios y salvador me concedió la divina gracia de sentir su presencia dentro de mi corazón, me permitió verlo y conocerlo y desde ese momento lo amo, valoro y respeto cada día más.

Ese día, no solo supe que Dios me bendecía con su presencia, sino también me hizo conocer las razones por las cuales yo había sido tan desdichada toda mi vida. La primera razón era no haberlo amado lo suficientemente, haberme olvidado de el para dedicar mi tiempo y energía amando a los seres humanos, entregándoles mi vida, toda mi dedicación. Perdiendo el tiempo con cosas superfluas en lugar de entregarle mi vida a Dios.

Ese día, llore como nunca, a pesar de que casi toda mi vida la pase llorando, pero esa vez mi llanto estaba completamente justificado.

¿Cómo pude olvidarme de Dios? ¿Cómo pude no amarlo? ¿Cómo pude no saber que él me amaba tanto, que me había cuidado toda mi vida, que me había protegido incluso de mí misma?

Cómo pude no entender en tantas ocasiones en las que me enfrenté a los peligros que era Dios y solo Dios quien me sacaba ilesa de todos ellos.?

Por esa razón lloraba, completamente arrepentida de haber perdido toda mi vida sin saber lo afortunada que era de tener dentro de mi corazón la presencia divina de Dios, por contar con su enorme amor, porque Dios es mi padre y porque Dios me concedió el enorme honor de ser llamada hija suya.

Lloré de tristeza porque en muchas ocasiones herí a Dios con mi mal comportamiento, con mis malas palabras, con mis equivocaciones, por haber sido demasiado desagradecida con mi Dios Señor y Creador y por no entregarle todo mi amor.

Pero Dios, en su infinita bondad, me perdonó y su perdón salvó mi vida para siempre.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

SEND YOUR COMMENTS