jueves, 12 de diciembre de 2019

ABRIENDO MI CORAZÓN


Con mi corazón henchido de dicha, mi espíritu totalmente feliz y renovado y mi mente llena de nuevos conocimientos, después de cincuenta años, comencé a vivir verdaderamente.

Sabiendo que Dios estaba dentro de mi corazón, que había sido testigo de todas mis acciones, mis aciertos y desaciertos,  yo estaba totalmente arrepentida por haber vivido tan equivocadamente.

Pero también estaba absolutamente agradecida con Dios, por concederme la gracia de conocer la verdad, tener tiempo para arrepentirme de lo malo y corregirlo.

Dios me dio una nueva oportunidad en mi existencia, la oportunidad de vivir y de hacer las cosas bien por primera vez. Dios me volvió una persona totalmente diferente.

Para empezar, tuve que reconocer mis enormes errores en frente de Dios, aceptar lo equivocada que estuve toda mi vida, no solo en mis acciones, sino también en manera de pensar y de hablar.

No les voy a decir que es fácil, para lo seres humanos es mejor hacer las cosas que creemos correctas en lugar de las que lo son. Pero gracias a Dios, aprendo a vivir cada día y a actuar por amor a Dios y no por mi capricho humano.

Después de que Dios me habló, aprendí que la verdadera felicidad de un ser humano no radica en las cosas que tenemos, o en las personas conocemos.

La verdadera felicidad está dentro de mi corazón, es el amor de Dios, es su sagrada presencia, es saber que el es mi padre adorado y saber que tengo el enorme honor de ser llamada hija suya.

Dios es el creador del universo, de todas las cosas y las criaturas del universo. Dios es mi señor y creador. Dios es Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y el espíritu santo es el señor y dador de vida, lo que significa que, si tengo vida, es porque Dios existe dentro de mi alma.

Que fácil es ahora para mi tener este divino conocimiento y que triste me siento por no haber escuchado antes la voz de Dios, así no hubiera perdido tanto tiempo en mi vida.

Sin embargo, gracias a Dios, ahora se que los tiempos perfectos son los tiempos de Dios y el es quien sabe cómo, cuándo y dónde. Hoy en día, cada día, a cada instante yo hablo con Dios para agradecerle, para hacerle saber cuanto yo lo amo y cuanto lo necesito. Y puedo afirmarles a todos  ustedes que vivir bajo el amparo y la bendición de Dios es lo único que me mantiene viva y me hace feliz.

Por esa razón voy a narrarles ahora, uno a uno, los milagros recibidos de manos de mi adorado padre celestial.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

SEND YOUR COMMENTS