viernes, 6 de diciembre de 2019

LA VERDADERA HISTORIA



Cuando mis dos hijos mayores, aun siendo muy niños, se marcharon a vivir con su papá, yo me quedé devastada. No podía creer que, por carecer de riquezas, me hubiera quedado sin la compañía de esos dos ángeles que eran parte esencial en mi vida.

Gracias a Dios me quede con mi nena mas pequeña, ella me necesitaba y yo debía sacar fuerzas para seguir luchando. Hasta hace muy poco me di cuenta de que esas fuerzas para continuar con mi vida trabajando por mi hija y por mi misma, me la daba Dios. Pero yo no lo sabía.

La vida continuaba, pasaron los días, los meses y los años, y aunque después de un muy largo tiempo mis hijos regresaron a casa a vivir junto a mí, ya nada sería lo mismo.

Mis hijos eran adolescentes, fueron tiempos muy difíciles, no sabia si ser estricta o demasiado suave con ellos, temía que me dejaran de nuevo.

Y fue así, a pesar de mis esfuerzos, mis hijos se fueron de nuevo, pero esta vez, ya no regresaron.

Yo estaba en mi país, un país sin oportunidades laborales, viviendo en constante agonía, con muchas carencias económicas. Mi hija y yo nos las arreglábamos, pero, aun así, la economía no mejoraba. Entonces tomé una nueva decisión, que, aunque en principio me hizo que también era equivocada, luego de un tiempo, gracias a Dios, esa fue la mejor decisión de mi existencia.

Lo único malo de mi decisión fue que tuve que dejar sola a mi hija, aún muy jovencita, a cargo de todos mis asuntos en mi país para viajar al otro lado del mundo en busca de mi destino final.

Y lo encontré, al lado de un hombre bueno, un hombre que en principio me trató demasiado mal, con quien peleé todos los días durante casi cinco años y a quien en muchas ocasiones quise abandonar.

Quería salir corriendo huir como siempre huía cuando había algo que no me gustaba, pero Dios, mi adorado padre celestial no me lo permitió.

Y es aquí, donde comienza mi verdadera historia.

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