Dios me permitió
viajar muy lejos de mi país, para mejorar la calidad de vida de mi familia, para
encontrar ese empleo que nunca pude encontrar en mi país. Sin embargo, los
primeros años de estadía en este país, lo único que yo hice fue perder el
tiempo.
Como ya les he
contado yo era una persona demasiado conflictiva, era una persona muy llevada
de mi parecer, acostumbrada a hacer lo que yo quería cuando yo quería. No permitía
que nadie me dijera nada, cuando era niña solo lloraba para demostrar mi
inconformidad, pero a medida que iba a creciendo aprendí a gritar mas fuerte de
como me gritaban, a defenderme con uñas y dientes a discutir por todo.
Al llegar a Estados
unidos a vivir con un completo extraño, mi vida, que siempre fue un caos, empeoraba
día con día.
Fueron cinco largos
años de peleas, grandes conflictos que parecían no tener fin. Mi compañero de
vida y yo peleábamos horriblemente.
Yo ponía problema por
todo y el por supuesto que no se dejaba. Me gritaba, me humillaba, se defendía como
fiera ganando todas las batallas. Era mas fuerte, gritaba más, se enojaba más,
hacia cosas más horribles para desquitar su rabia, para demostrar su poder. Yo estaba
en completa desventaja, era mujer, más débil, algunas veces enferma y lo que
era peor, completamente mantenida.
No trabajaba, no
aportaba, no tenia voz, no podía defenderme como estaba acostumbrada. Todas
esas discusiones me debilitaban, pero, aun así, yo no me dejaba. Aun sabiendo
que perdía siempre, yo no dejaba de defenderme de la única manera que conocía, gritando,
llorando, pataleando, tirándome al piso como si fuera una niña malcriada.
Fueron largas noches
de sufrir y llorar, llegaba el día y volvía a empezar, otra lucha, otra
reyerta, otra agonía, dolor y más dolor, mas llanto, mas pena. Me arrepentía de
haber viajado tan lejos para vivir tan mal, me arrepentía y quería salir
corriendo. Pero no podía, para donde, ¿con que? Era un circulo viciosos que no
terminaba nunca.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
SEND YOUR COMMENTS