Mi esposo se asusto muchísimo, pero conservó la calma. Se cambio la pijama y me vistió. Yo estaba pálida, muy mareada, a punto de desmayarme.
Me quede callada, me dedique a rezar. Le pedía a Dios que me cuidara, que se quedara a mi lado, que por favor no me abandonara.
Mi compañero me tomo en sus brazos y salio de la habitación a toda prisa con rumbo al hospital.
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