Esa noche me quede
dormida sumamente cansada, después de haber llorado durante no se cuantas horas.
La decepción rondaba mi alma, me dormí muy triste.
En medio de mi sueño apareciste
tu mi Diosito adorado. Me tomaste en tus sagradas manos y me llevaste a un
lugar en el cielo que recuerdo perfectamente a pesar de los años transcurridos.
Estuviste junto a mi
toda la noche, cuidando mi sueño, acariciando mi cabeza y tranquilizando mi espíritu
acongojado.
Cuando desperté a la mañana
siguiente, me sentía totalmente renovada. Increíblemente, a pesar de tener mi corazón
roto a causa del abandono de mi esposo, tenía el corazón lleno del amor de Dios
y eso fue suficiente para volver a empezar.
Ya no me importaba el
haber perdido tanto tiempo al lado de un hombre que nunca me amó, ya no
importaba que estuviera sola en el mundo, sin hogar, sin esposo, sin empleo y
con tres pequeños hijos a cargo para alimentar. Ya no importaba como saldría adelante
después de tanto dolor.
Lo único que
importaba era que Dios había tomado mi alma, que me estaba acompañando, que
estaba presente dentro de mi corazón y que nunca me dejaría sola.
Y eso me dio el valor
para recomenzar mi vida, ¿Cómo?, no lo sabía. Pero mi vida estaba en manos de Dios
y eso significaba que todo estaría bien.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
SEND YOUR COMMENTS