El comienzo fue muy difícil,
pero Dios me llevaba de la mano, así que los retos más espinosos, Dios los
pasaba en mi lugar.
Tenía solo 20 años,
tres hijos pequeños para mantener, estaba desempleada, sin educación, ni
familia. Estaba sola en el mundo. Pero tenía lo único que necesitaba para ser
feliz y para saber que todos saldríamos adelante, tenía a Dios, tenia su
inmenso amor y su presencia dentro de mi corazón.
En ese momento no me
daba cuenta del enorme tesoro que poseía, pero gracias a Dios, contaba siempre
con el aunque yo no lo supiera.
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