sábado, 27 de julio de 2019

RECIBIENDO EL MILAGRO

Tom se quedó estupefacto. Nunca antes escucho hablar así de Dios, con tanto amor y sabiduría. Esa anciana parecía saberlo todo. Por primera vez en su vida, Tom comenzó a sentir el amor de Dios dentro de su corazón.

Su pecho se abría para dejar pasar un maravilloso sentimiento que nunca antes había sentido.

La anciana continuo hablando, pero esta vez Tom tenia toda su atención puesta en ella.

Dios es nuestro padre, señor y creador y como nuestro padre nos ama mas que nadie en este mundo. Se que usted se ha sentido solo, se que las personas que usted ama y que decían amarlo lo han dejado, pero también se que en este momento es cuando Dios lo ama mas.

Tom abrió sus ojos, le dijo a la anciana que quería abrir su corazón a Dios, que ahora sentía su presencia, que por favor le enseñara como hacerlo.

La anciana le dijo, solo cierre sus ojos señor Tom, cierre sus ojos y tome las manos de Dios para recibir su amor. Cierre sus ojos y pídale a Dios perdón y dígale, con palabras sinceras que salgan de su alma, que usted lo ama y lo necesita y que nunca mas se alejará de el.

Tom la interrumpió diciendo, pero como puedo hacerlo, como puedo lograr hablar con Dios, si nunca lo he buscado. Creo que es demasiado tarde para mi.

La anciana le dijo, yo le aseguro señor Tom, que nunca es tarde para buscar a Dios, porque Dios, esta ahí, dentro de su corazón, esperando por usted, con los brazos abiertos y su corazón henchido de amor listo para usted.

De repente, toda la habitación se iluminó, Tom vio como todo desaparecía ante su mirada incrédula, vio a la anciana junto a la ventana, sonriendo para el, pero ya no la escuchaba. Sentía una paz enorme dentro de su corazón, una hermosa sensación jamas experimentada invadía su alma.

Tom, se tiró de la cama, se arrodilló a la mitad de la habitación, le agradeció a Dios porque nunca lo abandonó, porque siempre estuvo ahí para el, cuidando de el, dándole todo su amor, a pesar de que nunca lo llamara ni mirara. Le pidió perdón y le dijo que desde ese día y para siempre, en la vida y en la muerte siempre lo amaría.

Volvió a su cama, experimentando dentro de su corazón una felicidad nunca antes sentida, ya no le importaban sus dolores, de hecho ya ni siquiera le dolía nada. No importaba si nadie lo quería, desde ese día y para siempre, el amor de Dios era suficiente para cubrir todas sus necesidades de amor y cariño. Y sobre todo, ya no estaría solo nunca mas.

FIN

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