Entonces llega ese día, ese maravilloso día en el que Dios, estando dentro de mi corazón, comparte su inmenso amor con todos aquellos doctores y enfermeras que el puso a cargo de mi caso y me permitió atravesar el umbral del temor para sacarme victoriosa.
Las horas anteriores a mi intervención quirúrgica, fueron un manantial de emociones. Yo me maravillé y aun ahora no salgo de mi asombro, porque durante todo ese tiempo de incertidumbre, Dios me sostuvo en sus brazos y se quedo dentro de mi mente para darme la absoluta tranquilidad de saber que en esa riesgosa cirugía a la que me enfrentaría, el sufriría lo mas doloroso para que yo pudiera resistir lo mas suave.
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