domingo, 10 de febrero de 2019

MILAGROS EXTRAORDINARIOS


En la entrada anterior les estaba hablando de los primeros milagros de Dios,  Específicamente de la creación del Mundo.

Todos sabemos que Dios creo el mundo en 7 dias, en el primero de esos siete, Dios creó el día y la noche, y hoy hablaremos de que en el segundo ida Dios creo el cielo y el mar.

El cielo, ese maravilloso y azul infinitamente hermoso firmamento, lleno de misterios que los seres humanos nunca descubriremos.

La inmensidad del cielo es inconmensurable, nadie sabe cual es su principio y por supuesto tampoco cual es su final, pero lo que todos si sabemos es que cuando miramos hacia el cielo lo único que sentimos es una gran paz. 

Cuando miro al cielo veo toda clase de cosas hermosas, esa luz que irradia en el día y esa magnificencia que tiene cada anochecer.

Por donde quiera que pase ahí esta el cielo para acompañarme. El cielo es la casa matriz de Dios, pero también es nuestra casa porque somos hijos de Dios y en cada rincón del cielo hay un lugar esperando por nosotros.

El cielo, llamado también firmamento, es el complemento perfecto para cualquier paisaje, el que nos guía en el peregrinar por el mundo, el que nos da esperanza y fe en nuestro creador.

Cuando hablo del mar, aunque es verdaderamente hermoso y también encierra misterios que no alcanzaremos a descubrir. Pero el mar es mas accesible al ser humano, podemos recorrerlo, nadar y hasta visitarlo en las profundidades.

Yo no se nadar muy bien y por eso, aunque el mar me parece también maravillosamente hermoso, me da algo de miedo. He tenido muchos sueños en los que caigo al mar desde las alturas y esa sensación de ahogo me produce malestar.

Pero le estoy inmensamente agradecida a Dios por haber creado el mar, porque cada una de las cosas que el creo, las hizo con un propósito. Dios, todo lo sabe y conoce cuales son las necesidades del mundo, y por eso nos puso todo en este mundo para que nunca carezcamos de nada.

El mar es tan inmenso como el cielo, tan azul como el firmamento, son iguales en magnificencia y belleza.

Cuando miras hacia el mar y ver las olas pasar, sabes que el agua se lleva consigo todas las penas y trae alegría al regresar.

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